martes, 16 de enero de 2018

La maravillosa y miserable vida de una madre en 16 fotografías.


Para las noches sin dormir, los llantos implacables, los berrinches obstinados y las tardes enteras en la sala de espera del pediatra, ninguna mujer está preparada.
Ser o no ser madre; la disyuntiva vital por la que pasan millones de mujeres cuando alcanzan determinada edad. La sociedad lo impone, el inconsciente lo duda y el instinto lo rechaza. ¿Cómo ser responsable de un nuevo ser humano que precisará de coordenadas morales, cuidados físicos, atenciones emocionales y miles de necesidades que saldrán al paso con el transcurrir de los años?
Para las noches sin dormir, los llantos implacables, los berrinches obstinados, la euforia imparable de sus días, las tardes en la sala de espera del pediatra, ninguna mujer está preparada. Tampoco lo está para el cambio físico del que cada centímetro su piel será el infortunado testigo. Aún así, quienes lo deciden, parecen no arrepentirse de ello con el paso de los años. «Al final, vale la pena», dicen, pero ¿Mientras tanto?
Kinderwunsch —término alemán que refiere al deseo de tener hijos— es una serie de la fotógrafa Ana Casas Broda. En ella, refleja lo miserable y maravillosa vida de una madre. Con un contrastante y elegante juego de luz, nos presenta escenarios que rozan lo siniestro, pero, al mismo tiempo, atestiguan una absoluta ternura.


Ana se encontraba rondando los 40 años, el deseo de convertirse en madre la llevó a buscar asistencia médica de fertilidad. Fue entonces cuando este viaje interno comenzó y la fotografía estuvo ahí para documentarlo.

«El deseo de tener un hijo, un embarazo. Habitar un cuerpo ajeno, perfecto. Parir, los pechos llenos de leche, el delirio de los primeros meses. Un espacio atemporal, sin forma, día y noche se suceden sin divisiones. El placer de ese pequeño cuerpo pegado al mío, a mi pecho, amamantar cada tres horas, dormitar, delirar, el agotamiento», se lee en el ensayo que acompaña la serie escrito por la curadora inglesa, Susan Bright.




En él, se presenta de manera oportuna y profunda la reflexión sobre el tortuoso camino que implica la maternidad: desde el “prestar” el cuerpo propio para ser la casa de un nuevo ser humano que va a hacer “uso” de manera implacable; transformándolo, modificándolo y por su puesto transgrediéndolo.




«Kinderwunsch es un libro donde textos y fotos construyen una narración que explora la complejidad de la experiencia de la maternidad y de la relación entre mis dos hijos y yo. Kinderwunsch se desarrolla durante siete años. Su columna vertebral es este tejido en constante cambio de las relaciones entre nosotros en el proceso de convertirme en madre y de la construcción de la identidad de ellos. Como en mis trabajos anteriores, el cuerpo y la casa son ejes fundamentales del proyecto».



Para este trabajo, explica «construimos escenarios en los que se realizan acciones. A veces eran ideas de mis hijos, otras imágenes que surgen de mis fantasías. La foto depende de la acción y siempre es un descubrimiento». Estas fotos funcionan como una especie de itinerario personal. Ella parece estar desprovista de toda voluntad propia y obedece las exigencias de sus pequeños; una especie de esclava de los pueriles deseos de sus hijos.




En términos emocionales, Ana es el reflejo de millones de mujeres que pasan por un proceso lleno de angustia, enojo, culpa, miedo y depresión tras parir. Es ahí donde la fotografía interviene como una especie de facilitador del diálogo. Por medio de imágenes les dice a las otras madres: «Mira, siento como tú».

«Me interesa trabajar con las vivencias desde la frontera entre la cotidianidad y las acciones que se realizan para la cámara. La fotografía como una forma vital de intervención en la realidad, la tensión entre la acción recreada y la espontaneidad como un espacio que devela aspectos esenciales de las relaciones».




«La fotografía como una búsqueda de apariciones de una realidad no siempre visible. Me fascina el umbral entre la realidad y su imagen en el que se mueve la fotografía, ese enigmático espacio que elude las interpretaciones, singular para cada espectador», explica la fotógrafa quien muestra en Kinderwunsch una cruda pero franca manera de enfrentar al espectador con los límites imaginados de la maternidad, lo femenino y el amor en sentido más absoluto.

Ser mamá es una locura; gritos por toda la casa, todo el tiempo. Culpa por querer que esos gritos desaparezcan, se esfumen. Miedo a no estar haciéndolo bien «¿y si lo traumo para toda su vida, y si me odia para siempre?», pero bajo todo eso, un amor infinito y único, libre de cualquier tipo de condición; absoluto.

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