La leyenda cuenta que en el taller del pintor, una casa de una planta rodeada de un precioso jardín asilvestrado, las mujeres se paseaban desnudas a todas horas. Allí, él las dibujaba en todas las formas posibles: jóvenes, ancianas, embarazadas, solas, con hombres o con otras mujeres, masturbándose...
Los dibujos de Klimt, que se sitúan dentro de esta fascinación por la mujer y su sexualidad, también fueron objeto de fuertes críticas.
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